Tú que cantas
sin música
ni tiempo,
las letras que te aguardan
en cofres de silencio.
Tú que sueñas,
los números que bailan
repartidos de cuentas,
saltando por las tablas,
dividiendo sonrisas,
sumándole cariño,
restándole al descanso.
¿Cómo enseñarle
a un niño,
que en sus ojos reclama
un interés perdido.
Que no sabe
que puede, de tu mano,
quizás más despacito,
pero siempre intentando...
llegar al infinito.
Tú que cantas
sin música ni tiempo.
Le cantas a la vida
que te premió
sin saberlo.
Tu elección de, ¡Maestro!
.
Ester-Colibrí